Cliché (Capítulo 5)

Parecía como si una eternidad hubiera pasado desde que ella se sentó enfrente de mi. Vi como todo se detuvo lentamente, aunque no supe la razón de eso. Y tal como empezó, terminó, con una frase de ella.

- ¡Hola!, espero te guste el frappé - dijo.

Yo estaba sin palabras, aunque seguía sin saber porque. Naturalmente no me era difícil entablar una conversación, pero estaba sin nada que decir.

- Si, no te preocupes, iba a pedir uno después de todo.

- Que alivio, creí por un instante que había cometido un error.

- Puedo preguntar, ¿qué haces aquí?. Porque lo único que se me viene a la cabeza es que debiste seguirme.

-¿Por qué haría eso?, simplemente caminé un poco, iba a sentarme por aquellas mesas cuando vi al único chico de mi nuevo grupo con el que aún no he hablado. Y, aquí estoy.

Esa era una buena respuesta, creo que mejor de lo que yo podría haber ideado. Ella estaba enfrente de mi, mirándome a los ojos, con una sonrisa que se encontraba entre lo amable y lo perspicaz.

-La pregunta sería, ¿por qué ha tenido que pasar esto para que pueda entablar una conversación contigo?, ¿acaso estabas evitándome? - dijo.

-No lo sé, y ¿por qué haría eso?, no tengo motivos para hacerlo.

-Entonces, ¿por qué saliste huyendo del autobús?

-Así que estabas siguiéndome.

-Y tu evitándome - ahora una sonrisa juguetona asomaba en su rostro.

-No estaba evitándote,  simplemente creí que sería desagradable molestar a la nueva estudiante.

-Se llama ser amable, y no creo que te sea desconocido.

-Lo sé, pero, ¿por qué te molesta tanto? - diablos si no argumentaba algo bueno me quedaría sin nada que decir.

-No me molesta, pero me parece interesante.

-¿Interesante?

-Si, de todos eres el único que no parecía querer quedar bien conmigo. Al principio creí que era alguna estrategia para hacerte notar y que dijera "mírenme, soy diferente a todos los demás". Pero en el autobús pude darme cuenta que no es así.

-Y entonces me has seguido para demostrar tu teoría - no me lo podía creer. Sabía que esto iba a terminar mal, muy mal.

-No lo sé, en verdad no sé porque te seguí. Y tampoco mentía cuando dije que iba a sentarme en aquél lugar. Te perdí de vista, y cuando comencé a caminar llegué a este lugar, y bueno creí que un buen café iba a ser estimulante, y justo cuando me había sentado, tú apareciste. Y aquí estoy.

Esas cosas no suceden, casualidades así no existen. Eso sólo pasa en las historias de amor escritas por personas cuya imaginación es tan mala que no da para crear una escena innovadora.

-¿Qué pasa? - ella había inclinado la cabeza un poco a la izquierda mientras me inspeccionaba con la mirada.

-No nada, sólo creo que esa es una mala historia.

-No la inventé si eso piensas.

-Te creo, es sólo que estoy impresionado. Al bajar del autobús iba a ir con mis amigos, pero decidí venir aquí a relajarme un poco.

-Bueno, como sea, estamos aquí disfrutando de... ¡oh!, espera, ¿y el café?

-No debería tardar. Entonces, ¿qué tal te parece tu primer día?, apuesto a que ha ido bien.

-No me quejo, las instalaciones son buenas, los maestros son bastante interesantes con sus clases, y  todos son muy amables. Aunque se nota por mucho que ustedes no tratan mucho con las chicas.

-Bueno, no estamos acostumbrados a tener chicas lindas en nuestro salón de clases.

-Soy linda eh, gracias.

-No te emociones, sólo digo la verdad. A todo esto, ¿qué haces en un lugar como este?

-Nos acabamos de mudar por el trabajo de mis padres, y ha sido bastante útil estudiar fuera de la ciudad. Me da bastante tiempo de pensar antes de llegar a casa - ella terminaba de decir esto cuando los frappés fueron llevados a la mesa.

-Ya veo, ¿y te gusta aquí?

-Es bastante agradable, hace buen clima, y además la ciudad es pequeña, todo está relativamente cerca.

-Bueno te comparto tu punto de vista, aunque en comparación con mi antigua ciudad, esta es más grande, las cosas siguen estando bastante cerca.

Ella sacó un cuaderno de notas y escribió unas palabras en el, después de eso comenzó a observar todo a su alrededor, lentamente, mientras su cabello se movía lentamente con el viento, y su aroma a limones y romero se esparcía por todo el lugar.

Sin darme cuenta comencé a hacer lo mismo que ella, como era un parque las personas no dejaban de pasar, los niños corrían y jugaban entre las macetas, las parejas se abrazaban y los adultos se sentaban en las bancas mientras sacaban su celular. El sol bañaba a todos de vida. Sin darnos cuenta nuestras miradas se encontraron justo a la mitad de nuestra inspección por el parque. Nos quedamos viendo lo que pareció una eternidad, pero sólo fueron segundos. Su sonrisa era alegre y encantadora, ninguno de los dos dijo nada porque no hubo necesidad de hacerlo. Y sin darme cuenta yo también estaba sonriendo.

-Es bonito -dijo mientras se acomodaba el cabello detrás de la oreja.

-Si, realmente lo es.

-Tengo que irme, ya es tarde y mis padres se preocuparán si no llego pronto a casa. Debo irme por allá

-Si, yo también tengo que irme. Voy hacia el norte, podría acompañarte un poco.

-Claro, será un placer.

-Bien, déjame pagar esto para irnos.

-No, espera, yo pedí los frappés, déjame pagar a mi. Sería lo correcto.

-Quizás pero fuiste tú la que llegó a mi mesa así que déjame pagar tu frappé.

-Entonces tú déjame pagar el tuyo, fui yo quien lo pidió después de todo.

Cada uno tomó sus cosas y comenzamos a caminar rumbo al norte, en donde se encontraban las zonas residenciales de la ciudad. Hablamos durante todo el camino, y justo cuando llegamos a la esquina de la calle en donde yo iría por la izquierda y ella por la derecha, ella se detuvo enfrente de mi.

-Ha sido todo un placer disgustar ese café en tu compañía. Espero no haber sido una entrometida.

-El placer ha sido mío, al final del día ha valido la pena evitarte, creo - dije con un poco de sarcasmo.

-Si si, que gracioso, ja, ja, ja. - dijo - espero verte mañana...

De repente ella se quedó callada.

-¿Qué sucede? - pregunté aún sin darme cuenta.

-Sólo acabo de recordar que aún no sé tu nombre. - la confusión en su rostro desapareció y su sonrisa habitual apareció nuevamente.

- Romeo, un gusto conocerte al fin... Julieta.